Las alternativas a la carne roja van más allá de los bistecs de laboratorio o las elaboradas hamburguesas vegetarianas. El pescado forrajero, conformado por especies como las sardinas, la caballa, las anchoas o los arenques, emerge como una opción nutricionalmente valiosa y con potenciales beneficios para la salud global.
Un equipo de investigadores ha analizado datos sobre la producción de carne y las capturas de estos peces, junto con el consumo y las enfermedades relacionadas con el consumo de carne roja. Los resultados, publicados en BMJ Global Health, sugieren que el pescado forrajero podría contribuir a prevenir entre 500,000 y 750,000 muertes evitables asociadas con enfermedades relacionadas con la carne roja en países de ingresos medianos y bajos para el año 2050.
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Aunque el suministro de estas especies es limitado, representando solo el 8% de la carne roja mundial, su consumo podría aumentar el consumo global diario de pescado per cápita, aproximándolo a niveles recomendados y generando un impacto significativo en la salud general.
Estas especies son altamente nutritivas, respetuosas con el medio ambiente y abundantes en el océano, lo que las convierte en objeto de interés para el sistema alimentario mundial. Además, su consumo se asocia con la reducción de enfermedades no transmisibles como enfermedades cardiovasculares, accidentes cerebrovasculares, diabetes y cáncer colorrectal.
El pescado forrajero, rico en ácidos grasos omega-3 como el DHA y el EPA, ha demostrado tener efectos beneficiosos para la salud, a diferencia del consumo continuo de carne roja, que se vincula con enfermedades cardiovasculares y ciertos tipos de cáncer.
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Promover el consumo de estas especies no solo podría mejorar la salud de la población, sino también reducir el gasto sanitario y fomentar la adopción de patrones alimentarios tradicionales como la dieta mediterránea y la dieta atlántica, reconocidos por su eficacia en la prevención de enfermedades.