
La hipertensión arterial es una de las principales causas de enfermedad cardiovascular en el mundo. Sin embargo, un porcentaje de pacientes presenta hipertensión resistente, una condición en la que la presión arterial permanece elevada a pesar del uso adecuado de al menos tres medicamentos antihipertensivos, incluyendo un diurético. Las guías de la American Heart Association (AHA) y del Colegio Americano de Cardiología (ACC) estiman que entre el 10% y 20% de las personas con hipertensión podrían tener esta variante, lo que incrementa el riesgo de complicaciones graves como infartos, insuficiencia cardíaca y daño renal.
¿Qué es la hipertensión resistente?
La hipertensión resistente se define como la presión arterial que no logra controlarse, incluso cuando el paciente:
Toma tres fármacos antihipertensivos en dosis adecuadas.
Sigue las indicaciones médicas de forma correcta.
Mantiene hábitos saludables recomendados.
También se considera resistente cuando la presión se controla únicamente con cuatro o más medicamentos. Los especialistas subrayan que no debe confundirse con la falta de adherencia al tratamiento, un problema común que puede simular resistencia.
Factores que explican la falta de respuesta al tratamiento
Diversos elementos pueden influir en que un paciente no responda adecuadamente a los antihipertensivos. Entre los más frecuentes se encuentran:
1. Causas secundarias no diagnosticadas
En algunos casos, la hipertensión es consecuencia de otra enfermedad que requiere un manejo distinto, como:
Enfermedad renal crónica
Apnea obstructiva del sueño
Hiperaldosteronismo primario
Trastornos de tiroides
Estenosis de la arteria renal
Identificar estas causas permite aplicar tratamientos específicos que logran un mejor control.
2. Uso inadecuado o combinación incorrecta de medicamentos
Algunos pacientes requieren ajustes o combinaciones más complejas de fármacos. Entre los grupos esenciales para el manejo están:
Diuréticos
Inhibidores de la ECA o ARA II
Bloqueadores de los canales de calcio
Betabloqueadores, según el caso clínico
La elección debe basarse en la edad, condiciones coexistentes y respuesta individual.
3. Retención de líquidos
Cuando el organismo retiene demasiado sodio o líquido, la presión puede permanecer elevada, incluso con tratamiento. Los diuréticos y la reducción de sal en la dieta ayudan a mejorar esta condición.
4. Estilo de vida y factores externos
Incluso con medicación, ciertos hábitos pueden dificultar el control de la presión arterial:
Dieta alta en sodio
Consumo de alcohol
Sedentarismo
Estrés crónico
Obesidad
La evidencia muestra que realizar cambios en estos factores puede mejorar significativamente el control de la presión.
¿Cómo se diagnostica la hipertensión resistente?
Los especialistas recomiendan una evaluación completa que incluya:
Mediciones repetidas en consultorio y, cuando es necesario, monitoreo ambulatorio de 24 horas.
Revisión de la adherencia al tratamiento.
Análisis de sangre y estudios de función renal.
Pruebas para descartar causas secundarias.
Distinguir entre hipertensión resistente real y “pseudo-resistente” es esencial para evitar tratamientos inadecuados.
Opciones de tratamiento
El manejo debe ser integral y personalizado. Entre las estrategias recomendadas por las guías clínicas se incluyen:
Optimizar las combinaciones de medicamentos.
Incorporar diuréticos más potentes, como la espironolactona, cuando se sospecha hiperaldosteronismo.
Tratar condiciones asociadas como apnea del sueño.
Reducir la ingesta de sal a menos de 2 gramos diarios.
Promover pérdida de peso en personas con obesidad.
Considerar terapias especializadas en casos severos.
Riesgos de no tratar la hipertensión resistente
Cuando la presión arterial permanece elevada por tiempo prolongado, aumenta significativamente el riesgo de:
Infarto agudo de miocardio
Insuficiencia cardíaca
Accidente cerebrovascular
Daño renal irreversible
Problemas en la microcirculación cerebral
Por ello, el diagnóstico temprano y la atención multidisciplinaria son fundamentales.
Conclusión
La hipertensión resistente representa un desafío clínico importante, pero en la mayoría de los casos puede controlarse identificando la causa subyacente y ajustando el tratamiento de forma adecuada. Los expertos enfatizan la importancia de una evaluación médica completa, el apego al tratamiento y la adopción de hábitos saludables para reducir el riesgo de complicaciones cardiovasculares graves.
