Investigadores del Hospital Mount Sinai en Nueva York han descubierto que, después de un infarto, el corazón envía señales al cerebro para inducir el sueño profundo, acelerando así el proceso de recuperación. Este descanso adicional ayuda a reducir la inflamación, un factor clave en la sanación después de un evento cardíaco. Los resultados, publicados en la revista Nature, ofrecen una visión única de la comunicación entre el corazón y el cerebro, impulsada por el sistema inmunitario, que puede ser crucial en el tratamiento y rehabilitación tras un infarto de miocardio.
Hallazgos clave del estudio
El equipo de Mount Sinai realizó experimentos en modelos de ratón, donde indujeron infartos en la mitad de los animales para analizar sus patrones de sueño y actividad cerebral a través de dispositivos electroencefalográficos inalámbricos. Los resultados fueron sorprendentes: el sueño profundo, caracterizado por ondas lentas, se triplicó en los ratones infartados y se mantuvo elevado durante una semana tras el evento.
Los científicos descubrieron que el aumento del sueño se relacionaba con la actividad de células inmunitarias llamadas monocitos, que se trasladan de la sangre al cerebro y activan neuronas en el tálamo mediante el “factor de necrosis tumoral” (TNF). Este mecanismo parece desencadenar un ciclo de señales donde el cerebro, en estado de sueño profundo, envía señales al corazón para reducir su estrés, impulsar la recuperación y minimizar la inflamación.
Impacto del sueño en la recuperación
Para entender mejor la función del sueño tras un infarto, los investigadores interrumpieron el sueño de algunos ratones. Los resultados mostraron que los ratones sin sueño adecuado presentaban una mayor respuesta al estrés y una inflamación más intensa en el corazón, lo que dificultaba su recuperación.
En la fase humana del estudio, los investigadores analizaron el sueño y los niveles de monocitos en pacientes tras un infarto. Compararon la calidad del sueño de más de 80 pacientes en las semanas posteriores a su episodio cardíaco y les hicieron seguimiento durante dos años. Los resultados fueron claros: los pacientes que experimentaron un sueño adecuado mostraron mejoras significativas en la función cardíaca, mientras que aquellos con sueño deficiente duplicaron su riesgo de sufrir otro evento cardiovascular.
Implicaciones clínicas
Estos descubrimientos subrayan la importancia del sueño en la recuperación tras un infarto y sugieren que el descanso debería ser parte esencial de los cuidados clínicos y rehabilitación cardiaca. La investigación indica que mejorar la calidad del sueño de los pacientes, especialmente en las primeras semanas después del infarto, podría disminuir el riesgo de complicaciones futuras, un aspecto clave para los protocolos de tratamiento en unidades de cuidados intensivos donde el sueño se ve frecuentemente interrumpido.
Este avance científico destaca la comunicación entre el cerebro y el corazón tras un infarto, y refuerza el papel del sueño en la recuperación cardiovascular. Dormir bien no solo ayuda al cuerpo a sanar de un evento cardíaco, sino que también puede ser un factor protector clave para la salud a largo plazo.
Fuente: informador.mx