Durante décadas, el cáncer de pulmón ha sido asociado casi exclusivamente con el tabaquismo. Sin embargo, en los últimos años los especialistas han identificado un incremento preocupante de casos entre personas que nunca han fumado. Esta tendencia, documentada por la Organización Mundial de la Salud (OMS) y la Sociedad Americana del Cáncer (ACS), ha impulsado nuevas investigaciones para comprender las causas y factores de riesgo detrás de este fenómeno.
Un cambio en el perfil del paciente
De acuerdo con la American Cancer Society, entre el 15% y el 25% de los diagnósticos de cáncer de pulmón en el mundo se presentan en personas que no tienen antecedentes de tabaquismo. En países como México, el Instituto Nacional de Cancerología (INCan) ha reportado un aumento sostenido de estos casos, especialmente en mujeres y adultos jóvenes.
El doctor Raúl Sánchez, oncólogo del INCan, explica que “el cáncer de pulmón en no fumadores tiene características biológicas distintas; suele desarrollarse por mutaciones genéticas específicas, no necesariamente relacionadas con el humo del tabaco”.
Factores de riesgo más allá del cigarro
Los expertos señalan que varios factores ambientales, genéticos y ocupacionales pueden contribuir al desarrollo del cáncer de pulmón en no fumadores. Entre los más comunes se encuentran:
Exposición al gas radón, un gas radioactivo natural que puede acumularse en viviendas o edificios mal ventilados.
Contaminación atmosférica, especialmente en zonas urbanas con altos niveles de partículas finas (PM2.5).
Humo de segunda mano, que incrementa el riesgo hasta en un 30%, según la OMS.
Factores genéticos, como mutaciones en los genes EGFR, ALK o ROS1, frecuentes en pacientes que nunca fumaron.
Exposición laboral a sustancias como asbesto, arsénico o diésel.
Además, el cáncer de pulmón en no fumadores tiende a manifestarse como adenocarcinoma, un subtipo que afecta principalmente las zonas periféricas del pulmón y puede avanzar sin síntomas evidentes durante meses.
Síntomas que no deben ignorarse
Aunque muchas personas asocian esta enfermedad con una tos persistente típica de fumadores, en los no fumadores los síntomas pueden ser más sutiles. Entre ellos:
Dificultad para respirar o falta de aire.
Dolor torácico o en la espalda.
Tos leve pero persistente.
Fatiga, pérdida de apetito o pérdida de peso sin causa aparente.
En etapas avanzadas, tos con sangre o ronquera.
Los especialistas recomiendan realizar estudios de imagen —como tomografías de baja dosis— en personas con antecedentes familiares o exposición prolongada a factores de riesgo ambientales.
Diagnóstico y tratamiento
El avance en la medicina de precisión ha permitido identificar mutaciones genéticas clave, lo que abre la puerta a terapias dirigidas que mejoran significativamente el pronóstico. Fármacos específicos para mutaciones EGFR o ALK han demostrado aumentar la supervivencia y la calidad de vida en estos pacientes.
Además, la inmunoterapia se ha convertido en una herramienta eficaz en casos avanzados, al estimular al sistema inmunológico para atacar las células cancerosas.
Prevención y conciencia pública
Los expertos subrayan la importancia de una mayor conciencia social sobre el cáncer de pulmón en no fumadores. A diferencia de otras enfermedades respiratorias, esta puede desarrollarse silenciosamente, incluso en personas jóvenes y con estilos de vida saludables.
La OMS recomienda monitorear la calidad del aire en interiores, evitar la exposición al humo de tabaco, mantener espacios ventilados y participar en programas de detección temprana cuando existan antecedentes familiares.
El cáncer de pulmón ya no es una enfermedad exclusiva de fumadores. La evidencia muestra que su origen puede estar en factores ambientales y genéticos que requieren atención urgente en materia de salud pública y prevención.
