México ocupa uno de los primeros lugares a nivel mundial en obesidad infantil, lo que incrementa el riesgo de que los niños desarrollen diabetes tipo 1. Por ello, es esencial proteger a los más pequeños del hogar e identificar tempranamente los síntomas principales de esta enfermedad.
La diabetes ha aumentado a nivel global debido a factores como el envejecimiento de la población, el incremento de la obesidad y el estilo de vida sedentario. La Organización Mundial de la Salud (OMS) advierte sobre el impacto significativo de esta enfermedad en la salud pública y subraya la necesidad de modificar nuestra alimentación y hábitos de vida.
Existen dos tipos principales de diabetes: tipo 1 y tipo 2. La diabetes tipo 1, menos frecuente, se diagnostica generalmente en niños, adolescentes y adultos jóvenes, representando aproximadamente el 5-10% de todos los casos de diabetes. Por otro lado, la diabetes tipo 2 es más común y, aunque generalmente se desarrolla en adultos mayores, está aumentando también entre los jóvenes y niños.
Según la Secretaría de Salud del Gobierno de México, los principales factores de riesgo para la diabetes infantil incluyen:
- Antecedentes familiares
- Bajo peso al nacer
- Madre con diabetes gestacional
- Alimentación poco saludable
- Inactividad física
- Ingesta de jugos y bebidas azucaradas
- Ablactación temprana y falta de alimentación al seno materno
Entre los síntomas más comunes de la diabetes tipo 1 en niños se encuentran:
- Aumento de la sed: Los niños pueden sentirse constantemente sedientos y consumir más líquidos de lo habitual.
- Aumento de la frecuencia urinaria: La necesidad de orinar con mayor frecuencia y en grandes cantidades es común.
- Hambre excesiva: A pesar de comer más, los niños pueden seguir sintiéndose hambrientos.
- Pérdida de peso inexplicable: A pesar de comer normalmente, pueden perder peso.
- Fatiga: Pueden sentirse cansados o débiles.
- Visión borrosa: La visión puede volverse borrosa debido a niveles elevados de azúcar en sangre.
- Irritabilidad y cambios de humor: Los cambios en el comportamiento pueden ser notables.
Si se observan estos síntomas, es crucial consultar a un profesional de la salud para un diagnóstico y tratamiento adecuado.
Aunque la diabetes tipo 1 no tiene cura, muchos niños pueden llevar una vida saludable y activa con el tratamiento adecuado y los cuidados necesarios. Adoptar una dieta equilibrada, realizar actividad física regular y controlar el estrés es vital para reducir el impacto de la enfermedad en niños y niñas.