Este jueves 15 de agosto, la Agencia Meteorológica de Japón (JMA) tomó la decisión de levantar el aviso sobre el riesgo de un posible “megaterremoto” en la costa del Pacífico, el cual se había emitido tras un sismo de magnitud 7.1 que sacudió el sudoeste del país la semana pasada.
Ese mismo día, las autoridades japonesas habían anunciado un aviso debido a la posibilidad de que se produjera un terremoto de magnitud 8 o 9 en la fosa de Nankai, una zona conocida por su alta actividad sísmica, ubicada bajo las aguas del suroeste de Japón. Este aviso se fundamentó en las recomendaciones de expertos y en estimaciones que señalan una probabilidad del 70 al 80% de que un sismo de tal magnitud ocurra en las próximas tres décadas. Este fenómeno podría tener consecuencias devastadoras para el país, a pesar de su avanzada preparación antiterremotos, con un saldo estimado de más de 300 mil víctimas según cálculos oficiales.
La JMA tomó en cuenta las estadísticas que indican una mayor probabilidad de terremotos fuertes tras un seísmo de magnitud 7 o superior en una zona cercana a la fosa de Nankai.
En respuesta al aviso, el gobierno solicitó a más de 700 municipios en 29 prefecturas del país, desde Okinawa hasta Tokio, que revisaran sus medidas de preparación ante un posible desastre de gran magnitud. También se recomendó a la población que actualizara sus planes en caso de terremoto, incluyendo la ubicación de instalaciones de evacuación cercanas y considerar la evacuación voluntaria para aquellos hogares con niños pequeños o ancianos.
Sin embargo, el aviso, que fue el primero de este tipo desde la implementación del sistema en 2017, también generó críticas de algunos expertos que lo consideraron una medida alarmista y excesiva, dado lo difícil que es prever terremotos con exactitud y el posible impacto económico y psicológico que podría tener en el país.
El aviso coincidió con el periodo vacacional del Obon, durante el cual hay un gran número de desplazamientos, especialmente desde grandes ciudades como Tokio hacia zonas rurales, lo que también influye en el sector turístico.
El terremoto del pasado jueves, de magnitud 7.1, afectó las costas frente a la prefectura de Miyazaki, en la isla meridional de Kyushu (sudoeste), donde se registró un tsunami de medio metro de altura. Este sismo dejó unos 15 heridos y provocó el derrumbe de una decena de casas.
Japón, situado en el Anillo de Fuego del Pacífico, una de las zonas sísmicas más activas del mundo, experimenta terremotos con relativa frecuencia, por lo que sus infraestructuras están diseñadas para resistir los temblores.