El primer debate presidencial, realizado en las instalaciones del Instituto Nacional Electoral (INE), tuvo un costo estimado de 10 millones de pesos. Sin embargo, no estuvo exento de fallas.
El presupuesto abarcó la producción y montaje del set en el salón de sesiones, así como la implementación de dispositivos de seguridad tanto dentro como fuera del INE.
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Durante el debate, el reloj utilizado por las candidaturas para controlar el tiempo de sus intervenciones experimentó fallos recurrentes. Esto llevó a que se estableciera comunicación desde la cabina de producción con los moderadores para verificar el tiempo restante de cada participante.
Las candidaturas expresaron su descontento, solicitando que se respetara su tiempo asignado de hasta cinco minutos.
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Además de estos contratiempos, se reportaron problemas en la sala de prensa ubicada en la explanada del INE, donde la señal de internet era intermitente y no se disponía de conexión Wi-Fi por parte del instituto.
