La discusión sobre el tiempo dedicado a los videojuegos ha sido un tema recurrente en las familias, donde padres e hijos a menudo chocan en sus opiniones. Aunque se ha debatido mucho sobre los beneficios y riesgos, los expertos aún discrepan sobre su impacto psicológico. Sin embargo, la Organización Mundial de la Salud (OMS) ha tomado medidas en relación con esto, ¿es realmente una enfermedad mental? Esa es la pregunta clave.
A principios de 2022, la OMS anunció una actualización de su Clasificación Internacional de Enfermedades (ICD-11), que por primera vez incluía la adicción a los videojuegos como un trastorno mental. Esta decisión fue aprobada en la asamblea de mayo de 2021.
La ICD-11, utilizada por profesionales de la salud en todo el mundo, codifica 1.6 millones de casos clínicos y representa la primera revisión de la lista en 30 años. Con esta inclusión, la OMS busca estandarizar las estadísticas sobre la adicción a los videojuegos, ya que los estudios previos han ofrecido cifras muy variables sobre la prevalencia de este trastorno, que van desde el 1% hasta el 50% en algunas regiones de Asia.
Según Robert Jakob, jefe del equipo de la OMS que compiló la lista, algunos signos de esta adicción incluyen la incapacidad para dejar de jugar en línea o en consolas, descuidar las relaciones personales o el trabajo durante más de un año debido al juego.
La inclusión de este trastorno en la lista de la OMS no ha estado exenta de controversia, y la industria de los videojuegos ha protestado argumentando que no hay suficiente evidencia para considerar la adicción a los videojuegos como una enfermedad mental.
La ICD-11, que se basa en datos de más de 90 países, es exclusivamente digital y no tiene una versión en papel. Además de la adicción a los videojuegos, incluye actualizaciones en medicina tradicional y salud sexual, según destacó la OMS en un comunicado.
