El uso de aceite reutilizado sigue siendo una práctica extendida a nivel global, impulsada ahora más que nunca por el aumento de los precios de este recurso conocido como ‘oro líquido‘. Si bien es conocido que reutilizar el aceite puede ser seguro hasta cierto punto, con un límite de tres veces en restaurantes y hasta 25 veces a nivel doméstico tras un adecuado filtrado, la calidad inicial del aceite es crucial.
Un reciente estudio realizado por investigadores de la Universidad Central de Tamil Nadu en Thiruvarur (India), en colaboración con la Universidad de Illinois en Chicago, arroja luz sobre los límites de seguridad de esta práctica. Especialmente, se enfoca en los aceites más económicos, que suelen ser los más reutilizados por razones de economía doméstica.
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Los resultados presentados durante la Reunión Anual de la Sociedad Estadounidense de Bioquímica y Biología Molecular en San Antonio este año indican que el consumo de aceite reutilizado para freír podría causar daños cerebrales a largo plazo, así como afectar negativamente al hígado y los intestinos.
El proceso de freír los alimentos, además de agregar calorías, reduce los antioxidantes presentes naturalmente en el aceite, disminuyendo así sus beneficios para la salud. Además, el aceite usado en la freidora contiene compuestos nocivos como acrilamidas, grasas trans, peróxidos y compuestos polares.
Para comprender los efectos a largo plazo del aceite reutilizado, los investigadores llevaron a cabo un estudio con ratas. Las ratas fueron divididas en cinco grupos y alimentadas durante 30 días con diferentes dietas, incluyendo alimentos estándar sin alteraciones, alimentos con aceite de sésamo o girasol sin calentar, y alimentos con aceite de sésamo o girasol recalentado.
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Los resultados revelaron que las ratas que consumieron aceite recalentado mostraron mayores niveles de estrés oxidativo e inflamación en el hígado, así como daños significativos en el colon. Esto provocó cambios en las endotoxinas y lipopolisacáridos, toxinas liberadas por ciertas bacterias.
Los investigadores también observaron una alteración en el metabolismo de las grasas a nivel hepático, lo que redujo el transporte del ácido graso omega-3 DHA al cerebro. Además, se evidenció neurodegeneración en las ratas y sus crías, según estudios de histología cerebral.
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El autor principal del estudio, Kathiresan Shanmugan, señaló la falta de investigaciones a largo plazo sobre los efectos adversos para la salud del consumo de aceite reutilizado y destacó la importancia de abordar este tema. Señaló que la suplementación con ácidos grasos omega-3 y nutracéuticos como la curcumina y el orizanol podría ser beneficiosa para reducir la inflamación del hígado y la neurodegeneración causadas por el consumo de aceite recalentado.
Los investigadores planean continuar investigando los efectos del aceite reutilizado en enfermedades neurodegenerativas como el Alzheimer y el Parkinson, así como en otros trastornos como la ansiedad, la depresión y la neuroinflamación. También explorarán la relación entre la microbiota intestinal y el cerebro para identificar nuevas estrategias de prevención y tratamiento de la neurodegeneración y la neuroinflamación.