En un día aparentemente común en San José, California, Laura Barajas, una mexicana residente de Estados Unidos, realizó una compra rutinaria en el mercado local que pronto se convertiría en una pesadilla. En julio, adquirió tilapia fresca entre cubos de hielo y regresó a su hogar para preparar su comida, sin imaginar que este acto cotidiano la expondría a una bacteria mortal.
La tragedia comenzó a desarrollarse en los días siguientes cuando Laura Barajas se encontró hospitalizada en estado crítico. Su piel se desprendía en pedazos supurantes, su carne estaba expuesta y se formaban llagas que avanzaban como una infección devastadora. Los médicos se vieron obligados a tomar medidas extremas: inducirla a un coma y amputarle los brazos y las piernas antes de que la infección se extendiera aún más.
Esta terrible pesadilla fue causada por la bacteria Vibrio Vulnificus, conocida coloquialmente como la “bacteria come carne”. Las autoridades sanitarias de Estados Unidos han emitido advertencias sobre su presencia en las aguas de la costa este del país y en el Golfo de México. Esta bacteria desencadena una enfermedad agresiva llamada fascitis necrosante, que se propaga rápidamente por la piel y el tejido muscular, causando daños irreparables. Una de las formas en que la bacteria se transmite a los humanos es a través del consumo de pescados, ostras y mariscos crudos o insuficientemente cocidos.
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El Vibrio Vulnificus prospera en aguas marinas cálidas y saladas, donde infecta a los peces. El aumento de la temperatura del mar debido al cambio climático ha propiciado un entorno más favorable para el desarrollo de esta bacteria, y los casos, aunque no son masivos, se están volviendo más frecuentes en todo el mundo.
Lo alarmante de esta bacteria es su rápida acción. Una de cada cinco personas infectadas muere, a menudo en cuestión de días desde la exposición. Para sobrevivir, en algunos casos es necesario recurrir a medidas tan extremas como la amputación de miembros.
El proceso de infección comienza generalmente en el sitio de una herida localizada, como incisiones quirúrgicas, heridas penetrantes o incluso heridas menores, como cortaduras o quemaduras. También puede iniciarse a partir de una bacteriemia de estreptococo después de una infección de estreptococo en la garganta. Los síntomas pueden aparecer en cuestión de horas o hasta 7 días después de la exposición. Los signos más comunes incluyen dolor localizado, hinchazón, sensibilidad, enrojecimiento, quejas gastrointestinales como náuseas, vómitos y diarrea, y síntomas similares a la gripe, como dolores musculares, escalofríos y fiebre.
Para prevenir la infección por la “bacteria come carne”, el Centro para el Control y la Prevención de Enfermedades de Estados Unidos ofrece recomendaciones clave:
- Evitar el consumo de ostras y otros mariscos crudos o poco cocidos.
- Cocinar adecuadamente los mariscos antes de consumirlos.
- Lavar siempre las manos con agua y jabón después de manipular mariscos crudos.
- Evitar la contaminación de mariscos cocidos con mariscos crudos o aguas contaminadas.
- Mantenerse alejado del agua salada o salobre si se tiene una herida abierta en la piel, y en caso de herida, cubrirla con una tirita o vendaje impermeable.
- Lavar las heridas y cortes con agua y jabón si han estado en contacto con agua de mar, pescado o mariscos crudos.
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La historia de Laura Barajas es un recordatorio angustiante de los riesgos que pueden acechar en lo que parecen ser actividades diarias inofensivas. La conciencia y la prevención son cruciales para evitar el impacto devastador de esta bacteria en la salud de las personas.